Vitrineando en Independencia
Hoy por fin después de cuatro días con mi pololo
con gripe y yo de enfermera, pude darme el tiempo para ir a Independencia. Para
mí es como ir a la tienda de golosinas, aunque es cierto que Independencia ya
no es tan diverso como antes pero aún se encuentran ciertas telas o sorpresas
por ahí que me sirven.
Antes, al comienzo de mi viaje en las
manualidades compraba de todo, no sabía qué podía servirme, todavía guardo
hilos, guardas, botones y retazos de telas que nunca sirvieron para nada, ahora
por suerte me tiento menos y compro lo justo, eso tiende a ocurrir cuando uno
ya se conoce un poco más.
Tengo un lote de telas floreadas y coloridas que
nunca ocupo, aunque me encantan los colores simplemente a la hora de crear algo
no me siento a gusto coloreando en exceso, eso le pasa a varios artistas, la
paleta de colores parece ser algo un poco psicológico y característico, sin embargo
intentare ocupar estas telas un poco más, aunque sea a gotas, para que sirvan
de algo.
Esta es la parte del proceso más encantadora, la
ilusión de lo que puede servir. La recolección de materiales es la parte
consumista que satisface más que un chocolate. Cuando tengo plata para
darme algún gusto consumista, antes de pensar en un mall (que me cargan) o
cosas lindas para la casa o algo así, primero me imagino en Rosas o
Independencia o en una librería comprando croqueras o lápices, volver a la casa
y descubrir lo que esta en las bolsas es hasta ridículamente feliz
"¡Oohhhh, me encantan estos botones que compre!" parece como si me
hubiera comprado un collar de rubí.
Hoy compré por ejemplo tela de jeans para Gino,
porque el cuerpo que le había hecho no me decía nada, muy pálido. También me decidí
a comprar fieltro y pelo de muñeca, a ver qué pasa con mi nuevo experimento
para darles cabello a las chicas petuqui. El paño lenci de Independencia es
pésimo, eso es lo único que en verdad me frustra, si alguien tiene un dato
mejor lo agradeceré.
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